Hace un mes que supe, a las cinco y veinte de la mañana, que un frenesí nuevo en ti te hacia querer salir de lo que hasta el momento te había funcionado como hogar. Me lanzé hasta donde estabas pero decidiste que aún no era hora.
Espere, atendi otros asuntos y regrese contigo. Tus ganas de salir eran inaplazables y así lo hacias saber con una vehemencia casi insolente. Espere, esperamos, esperamos nerviosos y preocupados por lo que les podía pasar cuando atravesaran la línea que tenian que pasar de un momento a otro.
Cinco horas completas y cuando nadie lo esperaba te cansaste también de esperar y saliste por fin al mundo y se contemplaron mutuamente... que momento.
Pasaron aún algunas horas para encontrarnos pero ahi estabas y todo fue tan natural como si estuvieramos hechos para acomodarnos. Y así has estado toso un mes entero de sonrisas furtivas y arranques de furia y en cada uno de estos momentos solo puedo pensar que te amo hasta la ignominia. Que las amo hasta la ignominia.
Así que, 1 mes y seguimos adelante.
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